La Espada de Damocles

Esta leyenda fue creada por Cicerón, un gran filósofo literario en la época Romana.

La historia transcure en el reino de Siracusa, siglo IV antes de cristo.
Damocles fue un estimado cortesano durante el reinado de Dionisio I el tirano.
Cuenta la leyenda que Damocles trató de obtener favores del rey adulándole una vez tras otra, aunque en el fondo tenía envidia de él por sus poderes y riquezas.

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Eran muchos los que odiaban en secreto al rey Dionisio por su fama de tirano y cruel. Pero Damocles no veía lo duro que podía llegar a ser estar en la posición del rey, sólo veía su dinero.
Así que un día le dijo.

  • Mi rey, que feliz debe estar! Posee todo aquello que un hombre anhela… poder, dinero, mujeres.

A lo que el rey, ya cansado de tanta adulación, le contestó que durante un día podrían cambiar sus puestos. Damocles por fin podría disfrutar de todos los grandes lujos del rey, aunque sólo fuera por unas horas. Damocles pegó un bote de alegría y se puso muy feliz.

A la mañana siguiente llegó tan contento al palacio, todos y cada uno de los sirvientes se inclinaron ante él, pudo comer la comida más suculenta del reino y disfrutó de hermosas mujeres bailando para el. Fue de los mejores días de su vida, sin embargo, algo cambió repentinamente cuando miró hacia el techo. Sobre su propia cabeza se encontraba colgando una enorme y afilada espada, suspendida de una crin de caballo que en cualquier momento podría caerse y causar una desgracia.

Fue en ese preciso instante cuando Damocles ya pudo seguir disfrutando de todos los placeres de ser rey, al menos por un día del mismo modo. Dionisio se percató que había visto la espada que colgaba y le dijo: Damocles, ¿por qué te preocupa la espada? Yo también estoy expuesto a numerosos peligros día tras día que podrían hacerme desaparecer.

Damocles no quiso seguir con el cambio de puestos y le dijo a Diniosio que debía irse.
En este momento exacto Damocles pudo ver que tanto poder y riquezas tenían una gran parte negativa, que su cabeza podría quedar cortada por la espada en cualquier momento. De este modo no volvió a desear estar en la posición del rey nunca más.

Moraleja:

  • No juzguemos a los demás, no sabemos en que posición se encuentran. Quizá desde fuera parezca que están mucho mejor que nosotros pero no sabemos el peso que pueden llevar encima.
  • Ni el poder ni las riquezas te harán más feliz y si lo hacen será momentáneamente. Todo es pasajero, incluso la vida.

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